La segunda mitad de la temporada pasada, excepción hecha de los últimos partidos fue ciertamente borrascosa. En la calle, en los bares, en las peñas y también, porqué no decirlo en el propio seno del club se instauró un debate sobre la continuidad de Manolo Jiménez como entrenador de la primera plantilla.
Las criticas al técnico arreciaron, especialmente tras la eliminación de la Champions frente al Fenerbahce.
Que si es muy cobarde y en cuanto marca echa el equipo atrás…..
Que si el equipo ha perdido el sello que tenía…..
Que si no cuenta con los veteranos….
Que si no ha sabido ganarse al vestuario…
Que si no se lleva bien con la prensa……
Cierto es que Jiménez cometió errores y desde estas páginas lo hemos comentado y criticado en mas de una ocasión. Cuando quiso darse cuenta estábamos fuera de Champions por su falta de ambición frente a un equipo que no fue mejor que nosotros pero que supo aprovechar los temblores de piernas de los nuestros cuando lo teníamos todo a favor para rematarlos. Nos dejaron fuera de la Copa del Rey por su excesivo conservadurismo y “acojonamiento” frente al peor Barcelona que yo recuerdo.
Y nos quedamos fuera de la lucha por los cuatro primeros puestos de Liga por su incapacidad para reaccionar ante rivales directos como Atlético de Madrid (que nos ganó porque puso mas testiculina) y no tan directos, como el Almería (que nos dio toda una lección de estrategia en nuestro campo con cuatro jugadores de medio pelo pero con un entrenador que lo planteó de lujo).
Pero, como dice el refrán, rectificar es de sabios. Y Manolo supo rectificar… aunque tarde.
El equipo solo reaccionó a falta de cuatro o cinco partidos demostrando una regularidad y una solvencia que no había tenido en toda la temporada. Esos últimos resultados nos hacen concebir esperanzas de que Jiménez haya tomado por fin las riendas del equipo.
Jimenez tiene en su favor el hecho de haberse enfrentado a una situación tremendamente complicada con la pérdida de un jugador y la marcha por la gatera del entrenador anterior. No todos los entrenadores disponibles se hubieran hecho cargo del equipo en semejantes circunstancias y con los altísimos objetivos que había marcado el presidente. Y Manolo, dio un paso al frente.
Ahora que inicia la temporada con los jugadores que quiere, con los técnicos que quiere y con la ratificación, convencidos o no, de todo el consejo de administración, es el momento de poner a cero el contador.
Las cinco incorporaciones de este año son todas de un nivel medio-alto. Sin ser figuras de relumbrón, están en la línea de los jugadores que han venido en los últimos años y que tanta gloria han dado al club. Jugadores con “hambre” de ser grandes y dispuestos a implicarse y darlo todo por el equipo.
La labor de Jiménez es conseguir que estos jugadores encajen perfectamente en su esquema y aporten cada uno sus virtudes; Acosta la velocidad, Konkó la potencia fisica, Navarro su polivalencia en defensa y ataque, Squillaci su experiencia y dotes de mando y Romaric su manejo de balón y sus desplazamientos en largo.
Entre el sevillismo no puede volver a darse esa división que tanto daño hace al club y de la que únicamente pueden sacar partido los carroñeros. Lo ocurrido en el último partido de liga debe servirnos como reflexión. Ahora vienen trofeos de verano frente a los grandes de Europa como Milan y Arsenal que van a constituir una buena piedra de toque para evaluar el potencial de este equipo. Dejemos trabajar a Manolo Jiménez y démosle un voto de confianza, que tiempo habrá de juzgarle.