Escrito por Juan A. Venegas.
Tras lo visto en estos ocho primeros partidos de la temporada, incluyendo los de UEFA, a todos los aficionados creo que nos queda claro que el Sevilla de Jimenez no es ni será nunca mas el Sevilla de Juande Ramos.
De irnos arriba desde el minuto 1 hemos pasado a comenzar los partidos tanteando al rival para luego ir tomando poco a poco el control del juego.
De presionar al rival muy arriba a dejarlos entrar hasta la mitad de nuestro campo antes de ejercer una verdadera presión.
De generar el juego ofensivo desde el lateral derecho a darle la batuta a los centrocampistas para que canalicen todo el juego de ataque.
De un juego vistoso con paredes continuas y contragolpes fulminantes se ha pasado a un juego mas reposado, menos veloz pero con mas control de la situación.
De subidas multitudinarias al ataque dejando la defensa desguarnecida hemos pasado a contragolpes con solo dos o tres efectivos y guardando bien las espaldas para que el contrario no te sorprenda en una contra.
De ver cambios a priori incomprensibles para modificar completamente la estrategia a ver otros mucho mas básicos; un delantero por un delantero, un medio por un medio o un defensa por un defensa para intentar cambiar las cosas a través de las competencias individuales.
El Sevilla de Jimenez es como el Madrid de Capello, mucho mas efectivo que vistoso. Del juego bonito se ha pasado al juego práctico. Ahora no somos la envidia de Europa por la brillantez del juego pero se baten records de imbatibilidad y de puntos conseguidos.
Para los que les gusta el futbol arte resulta un poco frustrante hacerse a la idea de que aquel futbol preciosista va a verse con cuentagotas porque la prioridad es el resultado y tener controlada la situación a través de una férrea disciplina táctica.
Sin embargo los números de momento le están dando la razón a Jimenez. Seis meses sin perder, doce partidos de liga consecutivos sin hincar la rodilla y haber conseguido 14 de 18 puntos posibles mas dos partidos de UEFA ganados con holgura son cifras incuestionables.
Por contra, el todavía entrenador del Tottenham pende de un delgado hilo y es muy posible que en pocos dias pase a engrosar las filas del INEM británico.
Para aquellos que se preguntan porqué sigue silbando la grada creo que la explicación puede estar ahí. En futbol como en todo hay gustos. Hay aficionados a los que solo les vale el resultado aunque se juegue mal y otros que quieren ganar pero sin sacrificar el espectáculo. Esa dicotomía se refleja en la grada, máxime teniendo tan reciente el juego brillantisimo que ha desplegado el Sevilla no hace mucho.
Yo puedo entender que no se esté de acuerdo con determinadas decisiones del entrenador pero no entenderé nunca que se le silbe a un profesional cuando tu equipo va ganando por goleada.
Que cada uno haga su elección y obre en consecuencia pero teniendo siempre presente que cuando silba a uno de los nuestros está poniendoselo fácil al enemigo.