El poco gancho de la Copa del Rey: ¿culpa de los clubes, la Federación o los aficionados?

Ya hace bastantes años que la Copa del Rey ha pasado a un plano muy bajo en importancia, tanto para los clubes como para los aficionados y medios de comunicación en España. El denominado torneo del K.O, antiguamente copaba portadas con azañas de equipos humildes. Prácticamente desde que el Numancia le plantase cara al Barcelona en 1996, la Copa se ha convertido en un torneo sin sorpresas y prácticamente dirigido para que un grande se alce con el entorchado.

En décadas anteriores, todo equipo amateur por el simple hecho de estar federado, ya tenía plaza directa para disputar la Copa, lo que responde al espíritu de una competición en la que todos deben estar al mismo nivel. Así es como ocurre en Inglaterra, con rondas iniciales en las que incluso se pueden inscribir equipos aficionados. Ya luego el fútbol se encarga de poner a cada uno en su sitio. Pero aquí en España es la Federación la que se encarga de meter a todos los «primeras» en dieciseisavos, dándo oportunidad como mucho a los campeones de Tercera y a los seis primeros de Segunda B, de forma meramente testimonial.

Todo esto responde al interés de las televisiones. Antes que una competición están los ingresos que esta genera, y ahí no tienen sitio los más humildes. Lo peor de todo, es que ellos mismos están contentos con el sistema, porque si pasan dos o tres rondas (según el caso) y se meten en el corral con los grandes, un sorteo que en principio sería malévolo deportivamente se convierte en el gordo de Navidad. Prefieren caer en 1/16 de final contra un Barcelona y hacer taquillazo, que pasar ante un equipo inferior y empezar a soñar al menos con hacer historia.

En Inglaterra, la FA Cup mete a todos en el mismo saco desde el comienzo. Si Liverpool y Chelsea se tienen que enfrentar en primera ronda, para delante, aunque otro partido lo disputen Chesterfield y Milton Keynes, por ejemplo.

Pero no es todo cosa de las televisiones, federaciones y clubes. La afición española y su bipartidismo también tienen gran parte de culpa, y eso no está necesariamente relacionado con la Copa. En España, al contrario que en las islas británcas, la gente es aficionada por lo general del equipo grande que aspira a ganar títulos, no del de su tierra con el que tienen que sufrir domingo tras domingo. Así, son pocas las ciudades en las que no son mayoría azulgranas y merengones. Quizás Sevilla, Bilbao y Valencia son las únicas ciudades españolas que se salvan de esta estadística. Así, es imposible que los pequeños hagan fuerza, porque no tienen a nadie detrás. En la liga inglesa, cada playoff de ascenso a las 3 primeras divisiones se disputan siempre en Wembley. Equipos jugándose el ascenso a Segunda en un estadio para 90.000 personas. Sin ir más lejos, la final de la FA Cup de la temporada pasada la disputaron Cardiff City y Portsmouth. Clasificatoriamente en España se podría comparar con un Racing de Santander – Castellón. Pues ese de ahí arriba era el aspecto de Wembley, muy lejano al de la foto de arriba (dieciseisavos de la pasada edición copera entre Deportivo y Espanyol). Y claro, llegaron ambos porque los Manchester y Chelsea no empezaron 4 rondas más tarde. Allí se trata a todos por igual.

No me extraña que por esto, la Copa sea cada vez una competición más devaluada, que sólo despierta interés en el partido final. Habría que dejar de lado las pretensiones económicas, puesto que estas llegarían solas si se da un poco de prioridad a lo deportivo, la emoción y las sorpresas, lo que hace del fútbol el deporte más espectacular del mundo.